7 de diciembre de 2009

CAPITULO 23 (segunda parte)

Bueno, aquí termina el capitulo 23, espero que disfrutéis como yo lo hago escribiendo. Mañana anunciaré una cosa, que ahora se me cierran los ojos. COMENTAAAAD porfa(: 


Besoos a todos.


  -Es muy raro que le pase esto antes de tiempo –me dijo preocupado- aún cuando tenemos casi la respuesta a esta anticipación, sigue siendo extraño, anormal –miró a Leo y volvió su vista a mí- y puede resultar peligroso.

  -¿Peligroso? –le pregunté. Tragué saliva.

  -Bueno, ya sabes, la reina o rey tiene que estar presente, hace ya unos siglos que de los niños de diez años cambiaban en la misma semana.

  -La Semana Real –asentí.

  -Así que durante esos siglos hasta ahora, no ha habido estos casos, nunca. Por eso es preocupante, puede que Yakira tenga algún –vaciló al mirar a Leo, quien bajó la mirada- problema.

  Le apreté la mano de Leo, dándole cariño y ánimo.

  -Incluso –se le quebró la voz- se podría morir si no la atiende alguien de la realeza a tiempo.

  Una exclamación ahogada salió de mi boca, y como si quisiese reforzar las palabras del médico, una enfermera salió de la habitación con cara de alarma pidiendo que el médico entrase. Leo forcejeó para entrar, pero entre el médico y yo le convencimos que lo mejor era que esperase conmigo.

  Así que volvimos a sentarnos donde antes. Leo enterró su cabeza en las rodillas, y yo sólo me lo quedé mirando, sin saber que decir, sin saber qué hacer.

  -Así que  -quería que la mente de Leo dejase de torturarle- ¿soy tu novia?

  Leo lentamente se puso recto. Me miró con esos ojos azules, cabello despeinado y sonrisa torcida. Aunque estaba sonriendo, sus ojos aún tenían una pizca de tristeza, y mi misión era que desapareciese.

  -Bueno, eso creo ¿no? Te lo has ganado.

  -Mmm, así que después del juego –me acerqué a él, tanto que la respiración que salía de su bica entreabierta, me daba en la cara- obtuve el premio.

  -Sí, lo tuviste, me tuviste. Puedes hacer lo que te venga en gana conmigo.

  -¿Enserio? –alcé una ceja. Me acerqué a su cuello y lo besé. Un gemido bajo pero definido sonó en su garganta, y sonreí con los labios puestos en su garganta, que subían hasta su mandíbula, y casi tocan sus labios. Sabía que él quería que le besase, y sabía que él me seguiría el juego y no me besaría. Y sabía que yo sabía que le estaba torturando teniendo mis labios tan cerca de los suyos sin besarle.

  -Pero, si soy tu novia para los demás, ¿por qué yo no lo sabía? –le pregunté en un susurro.

  -Pensé que lo sabrías –me dijo.

  -Nunca está de más preguntarlo –sonreí.

 Sus ojos ya no mostraban tristeza, ahora sólo había felicidad y picardía por el juego.

  -Bueno –se levantó del sitio, y sin despegar los ojos de los míos, se puso frente de mí, se arrodilló y cogió una de mis manos. La subió hasta su boca, aún mirándome fijamente y la besó.

  Reí como una tonta y con la mano libre me tapé la boca, encantada por lo que hacía, y aún lo absurdo e infantil de la escena, estaba feliz por la perfección de ella misma. Miré a los lados por si venía alguien, que no lo hacía.

  -Srta. Tisiana Severino –me dijo en una voz profundamente sexy- ¿desea ser mi novia? –preguntó sonriendo, y poniéndose medio en pie para acercar su perfecta cara a la mía, que cada segundo sentía enrojecer más y más.

  Estuvimos varios segundos prendidos en la mirada del otro, azul y violeta, hasta que Leo volvió a hablar.

  -¿Este silencio suyo es una negativa? –puso voz de hombre de siglos pasados. Colocó una mano en la frente fingiendo dolor, pero sin variar nuestra poca distancia- Porque le ruego que lo piense.

  Me mordí el labio, haciéndole pensar que de verdad me lo estaba pensando, pero disfrutando con el suspense que le estaba haciendo pasar.

  -Bueno, si no me queda de otra –le dije- creo que estaré encantada de ser su… -no me dio tiempo a terminar, porque tiró de mi levantándome y me besó. Me cogió por la espalda, y como en las películas, comenzamos a dar vueltas besándonos. Cuando paró, nos separamos, ambos jadeando, con las mejillas sonrojadas y el pelo despeinado.

  -… novia –terminé.

Me volvió a besar, pero esta vez cuando empezamos a dar vueltas, estábamos riendo como unos auténticos idiotas y haciendo eso, el idiota.

  Y así nos encontró el señor Romero, quien carraspeó para llamar nuestra atención.

  Leo y yo paramos, pero el brazo izquierdo de Leo descansaba sobre mis hombros, y mi brazo derecho rodeaba su cintura. No pude evitar sonrojarme y mirar al suelo, aunque antes pude ver la sonrisa del Sr. Romero.

  -¿Señor?-dijo Leo para comenzar la charla.

  -He venido para saber como estaba la pequeña Yakira Royal –dijo el director que había vuelto a ponerse serio. Sentí como el brazo de Leo se tensaba, y aún de estar muriéndome de vergüenza, giré mi rostro hacia su hombro y deposité ahí un beso.

  -Bueno, está bien, y luego mal, pero se vuelve a recuperar.

  -Es un niña muy fuerte –dijo el director acercándose y apretando el brazo derecho de Leo.

  -Lo sé –dijo Leo respondiendo.

 Ramón Romero me caía bien, y sinceramente se agradecía el gesto del director que se preocupaba por uno de sus tantos alumnos… pero nos había interrumpido y en realidad me gustaba por donde estábamos. Pero había que resignarse.

  -¿Hablaste con mi madre? –preguntó Leo. Ramón asintió- ¿Qué te dijo?

  -Que vendría cuando se desocupase.

 Leo asintió, como si le acabasen de confirmar algo que ya esperaba.

  -Claro, está muy ocupada para venir a ver a su hija pequeña al hospital -susurró para que sólo él y yo lo escuchásemos.

  -También venía a avisaros de que la Reina vendrá el sábado, justo para la fiesta de Halloween organizada por el internado, así que Yakira tendrá a su disposición a su Majestad después de la fiesta.

  Tras varios minutos más y un “regresen ya al internado” a modo de despedida, el director se fue dejándonos a mí y a Leo solos, otra vez.

  No habían pasado ni treinta segundos de silencio cuando Leo buscó mi boca, quien le recibió encantada. Después de estar enrollándonos en medio del pasillo varios minutos, nos separamos y de la mano fuimos al internado.

  Me dejó frente a la puerta 364 y en vez de hacer lo que Laura me enseñó, toqué la puerta, por si Iara estaba por ahí… de forma en que Leo no la pudiese ver. Aunque no iba a entrar. Hoy no. Pero por si acaso…

  Leo bajó su cara hasta ponerla cerca de la mía,  me quitó el pelo de la cara y puso sus manos tapándome las orejas, pero suavemente, cariñosamente.

  Y me besó apasionadamente.

-Ejem, ejem –se escuchó carraspear a alguien- ¿Interrumpo?

  Me separé de Leo abruptamente, sonrojándome también al paso, pero Leo no dejó de agarrarme la mano.

  -No –dije- nosotros… nosotros ya nos estábamos despidiendo.

  -Ya veo –sonrió mi compañera de habitación.

Miré a Leo, quien me estaba mirando, le sonreí. Me puse de puntillas y le di un beso en la mejilla, esquivando a Iara entré a la habitación y cerré la puerta en las narices de Leo. Todo a cámara rápida.

  Iara me miraba sonriendo.

  -Bff –dijo.

  -Bff –contesté asintiendo y sonriendo.

Ella me devolvió la sonrisa y me dijo:

  -Da igual que mañana tengamos colegio. Conozcámonos mejor, jiji.


En el anuncio de mañana, aver si os pongo un adelantillo de lo que en el capítulo 24 habrá. Venga, adiós(:

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