8 de enero de 2011

CAPITULO 46

¡FELIZ REYES, NAVIDAD, CUMPLEAÑOS O LO QUE SEA! Porque, este pack que os traigo es un regalo :)

No sólo os doy el capítulo 46, sino que además, os pongo la sinopsis de Guardianes, mi nueva blognovela. ¿Recordáis que os dije que, a lo largo del final de Abriendo los ojos, os pondría adelantos de mi nueva historia?
Pues bien. Ya os he dicho el título y ¡ahora os dejo la sinopsis!

Así que disfrutad de probablemente el capítulo más impactante y difícil de escribir de Abriendo los ojos y de la sinopsis de Guardianes. Y decido que primero sea..... la sinopsis.

Sinopsis de GUARDIANES

Katia prefiere a los humanos. Luego igual se lía con algún hombre lobo, o un ardiente hado. Pero desde luego, no se fía de los guardianes. Entonces, todo cambia. Chicas de su edad empiezan a desaparecer en masas, y a veces aparecen muertas, drenadas de sangre. Y cuando Katia y su mejor amiga, Ivy, se ven en peligro, no les queda otra que confiar en un grupo de guardianes liderado por un chico bastante irritable y bipolar.

Aunque Ivy no dude en confiar en ellos, Katia sospecha. ¿Por qué se interesan tanto por ellas en particular? ¿Por qué los guardianes les hacen preguntas como si ellas fuesen algún sospechoso? ¿Por qué a Katia le molesta tanto los cambios de humor de Lucas? ¿Quién es ese vampiro que salvó a Katia y la persigue a todos lados?

Aunque pase un tiempo, Katia se da cuenta de que la única manera de resolver todo el misterio es confiando en ellos.

Pero lo que no sabe Katia es que, cuánto más sepa, menos podrá escapar.




GUAAAAUU! ¿Os gusta? La verdad, es que me costó más que la sinopsis de Abriendo los ojos. No sé por qué. Seguramente porque quería poner mucha información ahí que no debía de estar, porque al fin y al cabo es una sinopsis ;) Pero a la tercera va la vencida :D


Y ahora, el CAPITULO 46. (RECOMIENDO: caja de pañuelos)


EN los cinco segundos de paz que me dio el Señor Oscuro, no pude sino pensar en Jotapé.

Cuando llegué al internado, todavía tenía un brazo y una pierna vendada. Todos ahí ya tenían sus amigos y sus propios problemas para hacerle caso a la nueva que ni sola podía andar. Sólo se me acercó Jotapé.

Jotapé, que me presentó a Melisa, otra niña sin amigos por sus numerosos traumas. Jotapé, que a sus diez años ya vestía de rosa y con el pelo graciosamente peinado. Jotapé, que siempre estuvo ahí…

El suelo tembló bajo mis pies. Alcé la mirada y la clavé en Jotapé, y luego en Leo. Cuando el suelo se empezó a hundir, ya había hecho mi elección. Corrí por el puente izquierdo.

Corría como si me fuese la vida en ello, que de hecho, así era: el puente tras de mí se iba cayendo. Las lágrimas caían rápidas e incesantes por mis mejillas. Sabía que mi elección era la correcta, pero aún así…

Había llegado.

Ahí estaba él, tendido en el suelo, en medio de la plataforma circular. Miré a la derecha: el otro estaba de pie, mirándome confuso. Sus ojos oscuros devolviéndome la mirada.

Una vez dentro, dejé que un escudo creciese a nuestro alrededor, y corrí a caer en sus brazos abiertos.

-¡Leo! –lloré.

-OH, Tis –dijo abrazándome fuerte. Enterré mi cara en su pecho y dejé mis lágrimas caer.

-Leo, Leo –repetía yo. Respiré su ya tan familiar olor y permití que me cubriese la cara a besos mientras decía:

-¿Por qué, Tis?

-Tenía que venir a rescatarte, Leo.

-No sabes en lo que te has metido, mi amor –dijo preocupado.

-No me importa, Leo, no me importa si tú estás a salvo –dije.

-Te quiero.

-Yo también –dije.

Nos fundimos en un precipitado beso, como dos náufragos que encuentran una isla tras tragar agua durante meses. Deseaba que durase para siempre, cuando sentí cómo mi escudo temblaba.

Me giré protegiendo a Leo, y me puse de pie encarando al Señor Oscuro.

-Enternecedor, muñeca –dijo él- Pero así me lo has puesto más fácil.

Desde dentro de mi escudo, reuní energía y con todas mis fuerzas le lancé un chorro de magia a la cara. Por desgracia, no le dio.

-Antes de matarte –comenzó- déjame saber, ¿por qué Leonardo?

Tragué saliva.

-Porque ése de ahí –dije señalando a Jotapé- No es Jotapé.

El Señor Oscuro abrió mucho los ojos, sorprendido. Yo intenté no sonreír.

-Jotapé está en un campeonato de mates este fin de semana –grité-, pero cuando me dijiste que estaba atrapado, me asusté al principio, así que fui a mi internado a revisarlo, y hasta la directora me dejó hablar con él.

Clavé la vista en el Señor Oscuro.

-Así que no sé quién es ese, pero mi Jotapé está a salvo.

Me esperaba que gritase, que empujase su furia contra mí. Pero lo único que hizo el Señor Oscuro fue reír.

-¡Bravo! –Dijo- No sabía que era inteligente –Se inclinó y miró a Leo- No me habías dicho lo inteligente que era.

-¡No le mires! –le tiré una bola de fuego, que también interceptó.

-Tu padre estaría orgulloso –escupió-. Morirás luchando y protegiendo a quién crees amar.

Que mencionase a mi padre, me recordó mi misión. Así que cerré los ojos para mandarle un mensaje mental y comenzar a preparar mi tele transportación. Pero aún así, sus palabras me desconcertaron.

-¿Por qué estás tan seguro de que voy a morir? –Dije- ¿Por qué dijiste lo otro? Quiero a Leo.

Mis dedos ya comenzaban a hacerme cosquillas.

-Porque a pesar de salvar al chico verdadero, viniste aquí creyendo en que vendrías a salvarle, pero, ¿no te has parado a mirarle? –dijo.

Eso me desconcertó.

-¡Por supuesto que sí! –Grité- ¡Tiene la cara llena de cansancio y tristeza!

El Señor Oscuro rió.

-Cansado de pelear conmigo, y tristeza por perder la pelea.

Me quedé en silencio.

-¿A qué te refieres? –dije. Sentí como Leo se levantaba y se ponía a mi lado.

-Ya basta –dijo. Y entonces le miré. Le miré de verdad. Sólo su cara tenía signos de tortura, y su despeinado pelo. Lo demás estaba perfecto. Demasiado perfecto para haber estado prisionero. Es más, juraría que no llevaba una camiseta azul cuando le raptaron… Di un paso atrás.

-¿Qué está pasando aquí? –dije.

El Señor Oscuro volvió a reir.

-Que has caído en la verdadera trampa –dijo. Entonces, de una forma muy jovial, comenzó a aplaudir y a caminar de un lado a otro- La verdad es que no pensé que de verdad funcionase pero… -miró a Leo- ¡Cuéntaselo tú hijo! ¡Así será más divertido!

El tiempo se paralizó cuando miré a Leo.

-¿Hijo? –susurré.

-Tis… -comenzó Leo, pero el Señor Oscuro lo interrumpió.

-SÍ, hijo –rió- ¿A que no te lo esperabas?

-No, no, esto no puede ser verdad –dije mirando a Leo esperando que dijese lo contrario. Pero él solo bajó la mirada.

-Leonardo y su hermana son hijos míos, querida –dijo el hombre-, te guste o no. Y ellos lo saben, no como otras… -sonrió- Fueron desde siempre a esa escuela mágica sabiendo que algún día la princesita iría ahí. Su encargo era traerte hasta mí –dijo.

-Pero entonces te conocí a ti –dijo Leo-. Y me enamoré.

-Y luchaste contra su hermana –siguió el Señor Oscuro, sonrisa en rostro.

-Y la derroté –dije yo- Con una violencia increíble, alterando su metabolismo…

-… Y adelantando su Cambio –asintió el Señor Oscuro- Nadie sospechó nada, pero cuando llegó a mí esa información, le pedí a Leo que investigase más sobre ti.

Algo en mi mente hizo clic.

-Entraste a mi habitación –dije-. Te vi, te pregunté y te hiciste el loco.

Leo se acercó a mí.

-Sólo quería enseñarle a mi padre que estaba equivocado sobre ti.

-¿Qué robaste, Leo? –dije. Sentía mi corazón desmoralizarse.

-Cogí tu diario –susurró- Y mi padre supo que eras tú.

El Señor Oscuro aplaudió y gritó, disfrutando.

-Así que alteré el avión de tu madre, haciéndole daño al penoso hermano de tu amiguita, sabiendo que así vendrías- dijo. En mi mente, Iara llorando, el avión, el deseo de encontrar a Leo…- y bueno, después de ahí todo fue cuestión de tiempo.

Miré a Leo, llena de dolor.

-¡Me mentiste todo el tiempo! –grité- ¡Jugaste conmigo!

Leo abrió mucho los ojos.

-¡No, Tisiana, lo juro! –dijo- Mi sentímiento era…es verdadero.

Pero yo ya no le escuchaba. Miraba al Señor Oscuro.

-En ese caso, lo pagarás –miré a Leo- y tú también.

El hechizo se completó. Fuimos brutalmente abducidos por mi magia y tirados en la sala del palacio de mis padre.

Ahí, cientos de magos nos esperaban. Todos los Reales estaban ahí, tanto reyes como príncipes, pero yo sólo tenía ojos para el capullo de mi suegro. Así que cometí una estupidez, que me importó una mierda: creé un campo de fuerza, con todo mi odio y desesperación. Era prácticamente indestructible.

-¡TÚ! –Grité al Señor Oscuro- Maldito seas.

Con toda mi fuerza, le lancé magia a la cara, pero un escudo lo prohibió. Me sorprendí encontrar a Leo detrás de él.

-Tis, por favor, basta, estoy cansado –dijo.

-¿Qué estás cansado? –grité- He pasado la últimas semanas aprendiendo a ser maga, a ser novia y a ser reina. ¡No me digas que estás cansado!

Sabía que estaba sonando histérica. Pero no me importaba.

-Te quería, Leo –lloré- Confié en ti, me arriesgué por ti, y ¡me has traicionado!

Le lancé una bola a la cara que hábilmente esquivó.

-¡Yo también te quiero, Tisiana! –gritó- ¡Maldita sea! Mi padre interrumpió en el castillo porque me negué a entregarte.

-¡No te creo! –chillé.

Como en mis primeros entrenamientos, yo lanzaba magia a Leo, y él la esquivaba. Sólo que ahora no se haría daño. Si no que moriría. Y en aquel momento no me importó.

-Escúchame, Tis, para –dijo lanzándome por los aires. Caí casi afuera del círculo de protección. Me levanté enseguida, pero Leo ya estaba ahí- Entreguémosle, Tis, me da igual –agarró mis hombros y mirándome a los ojos me dijo- Cuando mi hermana estaba hospitalizada, ¿te acuerdas de que estuve unas horas fuera? –asentí- Fui a verle, me dijo que te entregase o que te buscaría el mismo. Me dio a elegir entre tú y él –susurró.

No sabía qué pasaba afuera de mi círculo de protección, pero tampoco me importaba. Toda mi atención estaba enfocada en la azulada mirada torturada de Leo.

-Le dije que no te entregaría, que me importabas más tú que toda esa mierda de venganza –comenzó a sonreír- porque lo que siento por ti es verdad. Te quiero, Tisiana –dijo, y me besó.

Por supuesto, le devolví el beso, feliz, dispuesta a perdonarle, cuando el peor sonido de mi vida llegó a mis oídos: el grito del Señor Oscuro. Leo y yo nos separamos, y vimos al Señor Oscuro, que se estaba levantando apenas de mi ataque. Tenía en sus manos una bola negra como el abismo, y estaba dirigida a mí.

-¡Muere princesa, y terminemos con esto! –gritó.

Entonces, todo ocurrió muy rápido.

Recuerdo que dejé que el escudo cayese, lo que tomó por sorpresa a los de afuera, que reaccionaron tarde. Demasiado tarde.

Porque Leo me había vuelto a besar y me susurró:

-Te querré siempre, Tisiana. Perdoname –dijo. Y me empujó.

Me costó unos segundos entender qué ocurría, pero en el suelo lo descubrí. De nuevo, demasiado tarde.

-¡AHORA! –gritaron, creo que fue mi padre.

-¡LEO! –grité yo- ¡LEO NO!

Pero él ya se había adelantado con los brazos en alto en signo de defensa, y recibió el impacto de la magia negra de su padre. Cuando la magia de los Reales impactó en el Señor Oscuro, Leo ya estaba volando por los aires.

-¡NO! –chillé desesperada. Me levanté y comencé a correr hacia donde estaba Leo, pero alguien me sujetaba impidiéndome ir a rescatarle- ¡Leo! No, Leo, no –lloré.

Cuando por fin alguien dio el visto bueno de soltarme, la persona que me sujetaba me dejó ir, y corriendo intenté llegar hasta el agujero donde debería de estar Leo. Me caí un par de veces, ya sea porque mis lágrimas no me dejaban ver o porque mi cuerpo no respondía a mis órdenes. Entonces alguien me ayudó a levantarme, y su por su aroma ya supe quien era: Iara.

Agarrada a ella, llegué hasta un montón de escombros y caí de rodillas.

Porque ahí donde debería de estar Leo, sólo estaba su camiseta azul, chamuscada y con un horrible agujero en el medio.



La verdad, es que me ha dolido escribir esto. ¿Qué os parece la sinopsis? ¿Y el capítulo?

No os vayais sin comentaaaar! :)

Os quiere y agradece vuestra visita,

Natii :)

0 Comments:

Post a Comment



Template by:
Free Blog Templates