20 de febrero de 2012
Hola a todos!! Seguramente algunos (si no todos) me hayan dejado de seguir, o hayan simplemente pensado que he olvidado esto... No voy a mentir, no pensé en mi blog hasta diciembre, pero creedme cuando digo que el 2011 ha sido mi peor año...
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27 de febrero de 2011
I Fin de año
HACE ya unos quinientos años que las Leyes de
Las Leyes se crearon juntando un tanto por ciento de sangre de todas las Razas, dentro de un ser humano mediante complejos hechizos, formando así, en apariencia cualquier humano normal, pero por dentro le corría en las venas sangre mágica. Con el tiempo se crearon más hombres y mujeres hasta llegar a un tope de diez. Estos guardianes tenían en su sangre lo llamado Sangre Total, ya que tenían todos los poderes en ella. A partir de ahí ellos mismos se reproducirían entre ellos, creando más y más guardianes, hasta que montaron escuelas, y desde pequeños son instruidos con una regla: “Ellos van primero” refiriéndose a los humanos, ya que las criaturas de la noche, por lo general montaban más jaleo.
Lo más normal –y lo que hace la mayoría de los guardianes- es juntarse con más guardianes, y así los poderes de los padres se van transmitiendo a sus hijos. Otra gran multitud de guardianes se juntan con criaturas para dar lugar a guardianes “pura sangre” y poderosos. Lo que mínimamente se ve, es un guardián con un humano, ya que su descendencia sería más humana que guardián, cosa que aunque no se admira, se ve mal en el Clan de los Guardianes.
Como es lógico, con el paso de los años las descendencias de los guardianes carecían menos y menos poderes, por lo que los guardianes se comenzaron a asustar, ya que
Las Leyes fueron creadas para que todas las criaturas las siguiesen, pero siempre hubo algunos manifestantes en la sombra, aunque los guardianes siempre intentaron mantenerlos a raya. Estos manifestantes son tanto criaturas, como humanos y luchan contra las Leyes de
Ahora, en el año 2010 las mismas reglas mandan sobre la Tierra, sólo que con un toque moderno. O así pensaba Katia mientras se dirigía al centro comercial donde había quedado con Ivy… hace ya quince minutos.
-Disculpe –Tocó frenéticamente la ventanilla que separaba el conductor de la parte trasera del taxi- ¿Podría ir más rápido, por favor?
-Me encantaría monada, pero como puedes ver, hay una cola inmensa –dijo el taxista. Katia se inclinó un poco para poder ver que, efectivamente, la fila de coches para entrar al centro comercial era gigantesca. Maldición, pensó, así no llegaré nunca.
-Está bien, déjeme aquí –dijo. Cogió un billete de diez euros de su cartera y se la tendió al conductor- Quédese con el cambio, y feliz navidad –acto seguido salió del coche y emprendió una rápida carrera hacia la entrada del centro comercial.
Cuando por fin llegó a las taquillas, su amiga estaba tamborileando el pie con mucha fuerza, y viendo su mueca, dedujo Katia, estaba muy enfadada.
-¡Ivy, cariño! Por fin te encuentro, llevo más de…
-Oh, cállate Katia, te conozco como si te hubiese parido. Vámonos o nos quedaremos sin vestido –dijo, y sin mediar más palabra emprendieron su camino en busca del vestido perfecto para su primera salida de fin de año.
-Quiero uno largo, que toque el suelo –dijo Katia. En realidad lo quería corto, pero sabía que Ivy le diría que eso la haría parecer más bajita aún.
Pero no le respondió.
-Ivy… -comenzó.
-Quince minutos, Katia. ¡Quince! –Estalló- Sueles ser tardona, pero ¿tanto? Te has superado a ti misma –Ivy caminaba con determinación hacia adelante.
Katia suspiró hondo. Ivy tenía mucho temperamento, pero no duraba mucho.
-¡Pero no es mi culpa! –Ivy rodó los ojos- El taxista era muy lento conduciendo, y como ya llegaba tarde decidí bajarme a unos doscientos metros, y he corrido lo más rápido que pude.
Ivy le dedicó una mirada a su mejor amiga. Su pelo castaño estaba mojado allí donde el gorro no llegaba, y debajo de sus ojos el maquillaje negro se desparramaba, corrido por la lluvia. Sonrió.
-Si llevas un vestido largo, yo misma me aseguraré de que no salgas de casa.
Katia sonrió y la abrazó, feliz.
Unas horas más tarde, Katia e Ivy se habían recorrido más de medio centro comercial, y sólo Ivy había encontrado su vestido. Cansadas, decidieron tomarse un descanso, y fueron a la zona de alimentos.
-Te lo juro, como no consiga ahora mi vestido, no salgo –dijo Katia mordiendo su hamburguesa.
-Lo encontraremos, no te preocupes, aún nos falta H&M, New Yorker y quién sabe qué más. Además, siempre nos quedará mañana, ¿no?
Katia tragó suavemente. Ivy sabía que mañana no iba a poder quedar, ni pasado, que no se verían hasta fin de año, pero seguramente le había salido sin querer, para darle ánimos. Qué irónico.
-Ay madre, Katia, lo siento, se me había olvidado.
-Está bien, Ivy –Se terminó de zampar lo que le quedaba de hamburguesa y se apresuró a tirar la bandeja.
Entonces, se tropezó con alguien.
-¡Eh! –dijo Katia agarrándole del hombro para recuperar el equilibrio. Una suave mano se posó en su codo y la ayudó a estabilizarse. Cuando Katia alzó los ojos se quedó petrificada. Ante ella estaba un vampiro. Era normal, los veía diariamente, pero casi nunca hablaba con ellos, y menos los tocaba.
-L-lo lo siento –tartamudeó- debería ser más cuidadosa.
Intentó sonreír. El vampiro, que en apariencia aparentaba cerca de los veinte, le devolvió una pequeña sonrisa.
-Está bien, no te preocupes.
Katia asintió y se dispuso a tirar la bandeja. Cuando la hubo colocado, se giró y se llevó un buen susto. El apuesto vampiro estaba a centímetros de ella.
-Oh, vaya, que susto me has dado –dijo nerviosamente. Se movió a un lado para intentar pasar, pero el vampiro le bloqueó la salida. Lo mismo ocurrió tres veces más.
-¿Me dejas pasar, por favor? –Dijo irritada- Sería todo un detalle por tu parte.
El vampiro sólo rió, lo que hizo cabrear aún más a Katia.
-Oye, te lo digo enserio… -comenzó, pero el vampiro la acorraló contra el basurero. Katia miró al vampiro, comenzando a asustarse, sintiendo que el corazón se le aceleraba. Buscaba su voz, cuando alguien carraspeó detrás del vampiro.
-¿Algún problema? –dijo una voz masculina. El vampiro se estiró por completo y se separó de ella. Lentamente, se apartó.
Un joven cerca de los treinta estaba parado con los fuertes brazos cruzados. Aunque tenía la cara aparentemente en calma, sus ojos demostraban lo contrario. Llevaba el pelo rubio largo hacia atrás, y sus ojos castaños miraban de Katia al vampiro y viceversa. Tenía un traje negro muy ceñido pero moldeable: así tenían que ser por si debían pelear. Amarrado al cinturón tenía varios artefactos que le ayudarían para la lucha.
Era un guardián.
-¿Algún problema? –repitió, esta vez dando un paso hacia delante. A sus lados había otros dos guardianes con el mismo semblante serio listo para la pelea si era necesario. El vampiro sonrió mostrando los colmillos.
-Por supuesto que no, guardianes. ¿Verdad? –dijo. Hasta que el guardián no la miró, Katia no se dio cuenta que iba dirigido hacia ella.
-No, no –dijo- no hay ningún problema.
-Bien –dijo el guardián- Le acompañamos a su mesa, si no es molestia.
Katia asintió, y flanqueada por los guardianes, se dirigió a su mesa donde Ivy la esperaba.
-¡Vaya por Dios, hija! Ya pensaba que te habías fugado –dijo cuando la vio. Entonces sus ojos celestes se abrieron al ver a sus acompañantes- Eso no me lo esperaba –dijo.
-Señorita –comenzó el guardián de pelo rubio, lamento lo que ha pasado antes.
-No se preocupe, guardián, estoy bien. Lo hacen a menudo –dijo, maldiciendo enseguida haberlo hecho.
-¿Ah, sí? –preguntó el guardián mirando de reojo a los otros dos.
-Sí, bueno no. Ya me entiende una forma de hablar –miró precipitadamente su muñeca izquierda- ¡Uy, que tarde es! Será mejo que terminemos nuestras compras.
Katia se apresuró a coger su bolso y chaqueta junto con Ivy, y se despidió de los guardianes.
-Gracias por su ayuda, que tengan felices fiestas.
Y acto seguido se marchó arrastrando a una confusa Ivy.
-Algo tendrá que haber pasado.
La voz de Ivy salía por debajo de la puerta del probador donde Katia se quitaba otro vestido.
-Ya te dije, me tropecé con un vampiro, pareció lo que no era, y los guardianes interrumpieron. Fin de la historia –se giró para poder ver como el vestido rosa le caía holgado por la espalda. Frunció el entrecejo. Le quedaba bien, pero parecía una magdalena en él.
-Pero, ¿por qué te acompañaron hasta la mesa? –insistió Ivy.
Katia salió del probador y dio unas vueltas para su amiga, que negó con la cabeza. Con un suspiro, Katia volvió al probador, pero antes, una chica menudita pasó frente suya y se le cayó el vestido.
-Vaya, lo siento –dijo la pequeña hada.
-No pasa nada –dijo Katia agachándose a coger el vestido. Miró al hada- ¿Te lo vas a llevar?
-No, lo iba a dejar ahí.
Katia sonrió.
-¿Te importa que me lo pruebe?
El hada le devolvió la sonrisa, batiendo ligeramente las hadas.
-Para nada.
Katia sonrió y entró al probador, y la voz de Ivy le volvió a llegar.
-¿Me vas a decir por qué, entonces?
Katia suspiró. Se sacó el vestido, y se puso el otro.
-Que no lo sé, Ivy. Fin.
-Pero… -comenzó Ivy.
Se terminó de abrochar el cierre.
-He dicho fin –y salió del probador.
Y con esto, empieza mi segunda blognovela, aunque lamento decir que hasta que termine Abriendo los Ojos no va a haber otro capítulo... pero igual otras sorpresas sí :D
Etiquetas: Guardianes
20 de febrero de 2011
hey!
Etiquetas: Cositas varias
8 de enero de 2011
Katia prefiere a los humanos. Luego igual se lía con algún hombre lobo, o un ardiente hado. Pero desde luego, no se fía de los guardianes. Entonces, todo cambia. Chicas de su edad empiezan a desaparecer en masas, y a veces aparecen muertas, drenadas de sangre. Y cuando Katia y su mejor amiga, Ivy, se ven en peligro, no les queda otra que confiar en un grupo de guardianes liderado por un chico bastante irritable y bipolar.
Aunque Ivy no dude en confiar en ellos, Katia sospecha. ¿Por qué se interesan tanto por ellas en particular? ¿Por qué los guardianes les hacen preguntas como si ellas fuesen algún sospechoso? ¿Por qué a Katia le molesta tanto los cambios de humor de Lucas? ¿Quién es ese vampiro que salvó a Katia y la persigue a todos lados?
Aunque pase un tiempo, Katia se da cuenta de que la única manera de resolver todo el misterio es confiando en ellos.
Pero lo que no sabe Katia es que, cuánto más sepa, menos podrá escapar.
GUAAAAUU! ¿Os gusta? La verdad, es que me costó más que la sinopsis de Abriendo los ojos. No sé por qué. Seguramente porque quería poner mucha información ahí que no debía de estar, porque al fin y al cabo es una sinopsis ;) Pero a la tercera va la vencida :D
Y ahora, el CAPITULO 46. (RECOMIENDO: caja de pañuelos)
EN los cinco segundos de paz que me dio el Señor Oscuro, no pude sino pensar en Jotapé.
Cuando llegué al internado, todavía tenía un brazo y una pierna vendada. Todos ahí ya tenían sus amigos y sus propios problemas para hacerle caso a la nueva que ni sola podía andar. Sólo se me acercó Jotapé.
Jotapé, que me presentó a Melisa, otra niña sin amigos por sus numerosos traumas. Jotapé, que a sus diez años ya vestía de rosa y con el pelo graciosamente peinado. Jotapé, que siempre estuvo ahí…
El suelo tembló bajo mis pies. Alcé la mirada y la clavé en Jotapé, y luego en Leo. Cuando el suelo se empezó a hundir, ya había hecho mi elección. Corrí por el puente izquierdo.
Corría como si me fuese la vida en ello, que de hecho, así era: el puente tras de mí se iba cayendo. Las lágrimas caían rápidas e incesantes por mis mejillas. Sabía que mi elección era la correcta, pero aún así…
Había llegado.
Ahí estaba él, tendido en el suelo, en medio de la plataforma circular. Miré a la derecha: el otro estaba de pie, mirándome confuso. Sus ojos oscuros devolviéndome la mirada.
Una vez dentro, dejé que un escudo creciese a nuestro alrededor, y corrí a caer en sus brazos abiertos.
-¡Leo! –lloré.
-OH, Tis –dijo abrazándome fuerte. Enterré mi cara en su pecho y dejé mis lágrimas caer.
-Leo, Leo –repetía yo. Respiré su ya tan familiar olor y permití que me cubriese la cara a besos mientras decía:
-¿Por qué, Tis?
-Tenía que venir a rescatarte, Leo.
-No sabes en lo que te has metido, mi amor –dijo preocupado.
-No me importa, Leo, no me importa si tú estás a salvo –dije.
-Te quiero.
-Yo también –dije.
Nos fundimos en un precipitado beso, como dos náufragos que encuentran una isla tras tragar agua durante meses. Deseaba que durase para siempre, cuando sentí cómo mi escudo temblaba.
Me giré protegiendo a Leo, y me puse de pie encarando al Señor Oscuro.
-Enternecedor, muñeca –dijo él- Pero así me lo has puesto más fácil.
Desde dentro de mi escudo, reuní energía y con todas mis fuerzas le lancé un chorro de magia a la cara. Por desgracia, no le dio.
-Antes de matarte –comenzó- déjame saber, ¿por qué Leonardo?
Tragué saliva.
-Porque ése de ahí –dije señalando a Jotapé- No es Jotapé.
El Señor Oscuro abrió mucho los ojos, sorprendido. Yo intenté no sonreír.
-Jotapé está en un campeonato de mates este fin de semana –grité-, pero cuando me dijiste que estaba atrapado, me asusté al principio, así que fui a mi internado a revisarlo, y hasta la directora me dejó hablar con él.
Clavé la vista en el Señor Oscuro.
-Así que no sé quién es ese, pero mi Jotapé está a salvo.
Me esperaba que gritase, que empujase su furia contra mí. Pero lo único que hizo el Señor Oscuro fue reír.
-¡Bravo! –Dijo- No sabía que era inteligente –Se inclinó y miró a Leo- No me habías dicho lo inteligente que era.
-¡No le mires! –le tiré una bola de fuego, que también interceptó.
-Tu padre estaría orgulloso –escupió-. Morirás luchando y protegiendo a quién crees amar.
Que mencionase a mi padre, me recordó mi misión. Así que cerré los ojos para mandarle un mensaje mental y comenzar a preparar mi tele transportación. Pero aún así, sus palabras me desconcertaron.
-¿Por qué estás tan seguro de que voy a morir? –Dije- ¿Por qué dijiste lo otro? Quiero a Leo.
Mis dedos ya comenzaban a hacerme cosquillas.
-Porque a pesar de salvar al chico verdadero, viniste aquí creyendo en que vendrías a salvarle, pero, ¿no te has parado a mirarle? –dijo.
Eso me desconcertó.
-¡Por supuesto que sí! –Grité- ¡Tiene la cara llena de cansancio y tristeza!
El Señor Oscuro rió.
-Cansado de pelear conmigo, y tristeza por perder la pelea.
Me quedé en silencio.
-¿A qué te refieres? –dije. Sentí como Leo se levantaba y se ponía a mi lado.
-Ya basta –dijo. Y entonces le miré. Le miré de verdad. Sólo su cara tenía signos de tortura, y su despeinado pelo. Lo demás estaba perfecto. Demasiado perfecto para haber estado prisionero. Es más, juraría que no llevaba una camiseta azul cuando le raptaron… Di un paso atrás.
-¿Qué está pasando aquí? –dije.
El Señor Oscuro volvió a reir.
-Que has caído en la verdadera trampa –dijo. Entonces, de una forma muy jovial, comenzó a aplaudir y a caminar de un lado a otro- La verdad es que no pensé que de verdad funcionase pero… -miró a Leo- ¡Cuéntaselo tú hijo! ¡Así será más divertido!
El tiempo se paralizó cuando miré a Leo.
-¿Hijo? –susurré.
-Tis… -comenzó Leo, pero el Señor Oscuro lo interrumpió.
-SÍ, hijo –rió- ¿A que no te lo esperabas?
-No, no, esto no puede ser verdad –dije mirando a Leo esperando que dijese lo contrario. Pero él solo bajó la mirada.
-Leonardo y su hermana son hijos míos, querida –dijo el hombre-, te guste o no. Y ellos lo saben, no como otras… -sonrió- Fueron desde siempre a esa escuela mágica sabiendo que algún día la princesita iría ahí. Su encargo era traerte hasta mí –dijo.
-Pero entonces te conocí a ti –dijo Leo-. Y me enamoré.
-Y luchaste contra su hermana –siguió el Señor Oscuro, sonrisa en rostro.
-Y la derroté –dije yo- Con una violencia increíble, alterando su metabolismo…
-… Y adelantando su Cambio –asintió el Señor Oscuro- Nadie sospechó nada, pero cuando llegó a mí esa información, le pedí a Leo que investigase más sobre ti.
Algo en mi mente hizo clic.
-Entraste a mi habitación –dije-. Te vi, te pregunté y te hiciste el loco.
Leo se acercó a mí.
-Sólo quería enseñarle a mi padre que estaba equivocado sobre ti.
-¿Qué robaste, Leo? –dije. Sentía mi corazón desmoralizarse.
-Cogí tu diario –susurró- Y mi padre supo que eras tú.
El Señor Oscuro aplaudió y gritó, disfrutando.
-Así que alteré el avión de tu madre, haciéndole daño al penoso hermano de tu amiguita, sabiendo que así vendrías- dijo. En mi mente, Iara llorando, el avión, el deseo de encontrar a Leo…- y bueno, después de ahí todo fue cuestión de tiempo.
Miré a Leo, llena de dolor.
-¡Me mentiste todo el tiempo! –grité- ¡Jugaste conmigo!
Leo abrió mucho los ojos.
-¡No, Tisiana, lo juro! –dijo- Mi sentímiento era…es verdadero.
Pero yo ya no le escuchaba. Miraba al Señor Oscuro.
-En ese caso, lo pagarás –miré a Leo- y tú también.
El hechizo se completó. Fuimos brutalmente abducidos por mi magia y tirados en la sala del palacio de mis padre.
Ahí, cientos de magos nos esperaban. Todos los Reales estaban ahí, tanto reyes como príncipes, pero yo sólo tenía ojos para el capullo de mi suegro. Así que cometí una estupidez, que me importó una mierda: creé un campo de fuerza, con todo mi odio y desesperación. Era prácticamente indestructible.
-¡TÚ! –Grité al Señor Oscuro- Maldito seas.
Con toda mi fuerza, le lancé magia a la cara, pero un escudo lo prohibió. Me sorprendí encontrar a Leo detrás de él.
-Tis, por favor, basta, estoy cansado –dijo.
-¿Qué estás cansado? –grité- He pasado la últimas semanas aprendiendo a ser maga, a ser novia y a ser reina. ¡No me digas que estás cansado!
Sabía que estaba sonando histérica. Pero no me importaba.
-Te quería, Leo –lloré- Confié en ti, me arriesgué por ti, y ¡me has traicionado!
Le lancé una bola a la cara que hábilmente esquivó.
-¡Yo también te quiero, Tisiana! –gritó- ¡Maldita sea! Mi padre interrumpió en el castillo porque me negué a entregarte.
-¡No te creo! –chillé.
Como en mis primeros entrenamientos, yo lanzaba magia a Leo, y él la esquivaba. Sólo que ahora no se haría daño. Si no que moriría. Y en aquel momento no me importó.
-Escúchame, Tis, para –dijo lanzándome por los aires. Caí casi afuera del círculo de protección. Me levanté enseguida, pero Leo ya estaba ahí- Entreguémosle, Tis, me da igual –agarró mis hombros y mirándome a los ojos me dijo- Cuando mi hermana estaba hospitalizada, ¿te acuerdas de que estuve unas horas fuera? –asentí- Fui a verle, me dijo que te entregase o que te buscaría el mismo. Me dio a elegir entre tú y él –susurró.
No sabía qué pasaba afuera de mi círculo de protección, pero tampoco me importaba. Toda mi atención estaba enfocada en la azulada mirada torturada de Leo.
-Le dije que no te entregaría, que me importabas más tú que toda esa mierda de venganza –comenzó a sonreír- porque lo que siento por ti es verdad. Te quiero, Tisiana –dijo, y me besó.
Por supuesto, le devolví el beso, feliz, dispuesta a perdonarle, cuando el peor sonido de mi vida llegó a mis oídos: el grito del Señor Oscuro. Leo y yo nos separamos, y vimos al Señor Oscuro, que se estaba levantando apenas de mi ataque. Tenía en sus manos una bola negra como el abismo, y estaba dirigida a mí.
-¡Muere princesa, y terminemos con esto! –gritó.
Entonces, todo ocurrió muy rápido.
Recuerdo que dejé que el escudo cayese, lo que tomó por sorpresa a los de afuera, que reaccionaron tarde. Demasiado tarde.
Porque Leo me había vuelto a besar y me susurró:
-Te querré siempre, Tisiana. Perdoname –dijo. Y me empujó.
Me costó unos segundos entender qué ocurría, pero en el suelo lo descubrí. De nuevo, demasiado tarde.
-¡AHORA! –gritaron, creo que fue mi padre.
-¡LEO! –grité yo- ¡LEO NO!
Pero él ya se había adelantado con los brazos en alto en signo de defensa, y recibió el impacto de la magia negra de su padre. Cuando la magia de los Reales impactó en el Señor Oscuro, Leo ya estaba volando por los aires.
-¡NO! –chillé desesperada. Me levanté y comencé a correr hacia donde estaba Leo, pero alguien me sujetaba impidiéndome ir a rescatarle- ¡Leo! No, Leo, no –lloré.
Cuando por fin alguien dio el visto bueno de soltarme, la persona que me sujetaba me dejó ir, y corriendo intenté llegar hasta el agujero donde debería de estar Leo. Me caí un par de veces, ya sea porque mis lágrimas no me dejaban ver o porque mi cuerpo no respondía a mis órdenes. Entonces alguien me ayudó a levantarme, y su por su aroma ya supe quien era: Iara.
Agarrada a ella, llegué hasta un montón de escombros y caí de rodillas.
Porque ahí donde debería de estar Leo, sólo estaba su camiseta azul, chamuscada y con un horrible agujero en el medio.
La verdad, es que me ha dolido escribir esto. ¿Qué os parece la sinopsis? ¿Y el capítulo?
No os vayais sin comentaaaar! :)
Os quiere y agradece vuestra visita,
Natii :)
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3 de enero de 2011
Etiquetas: Capítulos
No me pude contener!
Así que aquí tienen un pequeño regalo de navidades. El primero de otros muuuchos más :D
Mi segunda blognovela ya tiene nombre. Se llamará Guardianes.
¡Y por ahora no os digo más! Excepto que pronto veréis más información. ¿Qué piensan del título? ¿De qué creéis que va la cosa?
Os deseo un buen tercer día del año.
Os quiere, Nati.
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2 de enero de 2011
Y no sé si es por el año nuevo, o por las ganas que tengo de que leáis el final de Amanecer, pero MI MADRE! Tengo un bombazo, que ME ENCANTA, así que espero que os guste a vosotros.
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