12 de noviembre de 2009
Bueno, aquí ta el capitulo 12. Prometedme que disfrutaréis. (:
ÉSTA vez ya estaba esperando el golpe. Así que cuando llegó me agarré más a Leo y flexioné las rodillas. Cuando el mundo no dio tantas vueltas, me fijé en que estábamos en mi habitación.
-Vaya, me tienes que enseñar a hacer eso-dije sentándome en la cama. Leo sonrió y se giró hacia la ventana, en la cual, cerró la persiana. Después, caminó hasta mi cama y se dejó caer a mi lado. Me miró. No sé porqué, pero recordé primero la escena en el banco y luego la del baño, por lo que me levanté, furiosa.
-¡Estuviste a punto de besarme!-casi grité.
-Bueno, tú tampoco te apartabas, así que no me lo recrimines-dijo, encogiéndose de hombros.
-¿Qué no te…? ¡¿Qué no te lo recrimine?!-espeté- ¡Pero si tienes novia, Leo!-le acusé.
Leo al principio me miró confuso, pero luego suspiró.
-Pamela no es mi novia. Tenemos una relación…
-Abierta, lo sé-interrumpí- Ella ya se encargó de decírmelo. Eres un mujeriego asqueroso-la última frase fue acompañada de pequeños puñetazos en los hombros.
-¡Ay! Tisiana, déjame explicarte, ella no es mi novia, ni tenemos alguna relación amorosa. Es sólo que en las fiestas-me dijo, se encogió de hombros-me aburro ¿sabes?
La rabia crecía y crecía.
-¡Serás capullo! Y en el banco ¿qué? ¿También te aburrías? Idiota-dije, y entré al baño. Me miré al espejo. Los ojos que me miraban enfadados volvían a ser violetas. Leo se me acercó por detrás. Y me di la vuelta.
Estaba enfadada con él por haberme engañado de esa manera, por haberle sido infiel a la Pamela Anderson esa, por… hacer que me sienta de esta manera. Pero él solamente era un chulo que andaba de chica en chica. Y yo, lo vuelvo a repetir, no era una facilona, no me gustaban que jugasen conmigo.
No lo pensé, fue instintivo. De repente Leo estaba a mi lado, de repente abría mucho los ojos y gritaba “Tisiana, ¡detente!” y luego… luego de mi mano salía una gran bola gris y se estampaba en el centro del pecho de Leo.
Cuando me quise dar cuenta, Leo había chocado con mi escritorio, lo había tumbado y había caído sobre el brazo en una extraña posición.
-¡Leo!-corrí hacia él. Se estaba levantando poco a poco, y ponía caras cada vez que movía el brazo.
-¡Leo!-corrí hacia él. Se estaba levantando poco a poco, y ponía caras cada vez que movía el brazo.
-¿Qué pasó?-pregunté, asustada.
-Es magia instintiva. Pasa a veces cuando te asustas, o, como ahora, te enfadas mucho-siguió un breve silencio en el que nos quedamos mirando el brazo de Leo. Soltaba quejidos al tocárselo.
-Creo que me lo has roto.-me acusó. Aunque estaba sonriendo, eso me volvió a enfadar.
-¿Qué te lo rompí? ¿Yo? ¡Pero si eres tú el que anda jugando con las chicas!-le discriminé. Leo suspiró y puso los ojos en blanco.
-Ya te expliqué…
-Me da igual lo que me hayas explicado-le dije-porque…
-¿Por qué qué?-me retó Leo, alzando una ceja.
Puse mi cerebro a funcionar para buscar una respuesta rápida, y dije lo primero que se me pasó por la cabeza.
-Porque yo también tengo novio.
-¿Qué?-se sorprendió Leo.
-Sí, ya ves, tengo novio, por eso te voy a pedir que n me vuelvas a intentar besar porque…
-Me lo devolverías y te sentirías culpable por ser infiel a tu novio.
-…tendría que darte un bofetón.-terminé, haciendo caso omiso de lo que Leo me había dicho.
-Bueno, ¿Y como se llama?
-¿Quién?-dije tragando saliva.
-Tu novio.
-¿Mi novio?-dije temblando porque ni sabía quién podía ser mi novio ahora, y Leo se estaba acercando demasiado a mí. Espera. Sí que sabía quién podía ser mi novio.
-Miguel-sonreí-se llama Miguel.
Leo puso cara de pocos amigos, sin creerme, y luego preguntó:
-¿Es ese chico rubio que me dio dos besos en el cine?
-¿Qué? ¡No! No, -reí- ese es Jotapé, mi amigo. Miguel, es otro que no pudo ir hoy, porque estaba con unos amigos en un partido de fútbol-inventé.
-Ya claro. Bueno, pues te invito a venir el viernes que viene a un restaurante con tus amigos y con tú novio a una cena.-me dijo sonriendo.
-Claro, iremos encantados.-dije, dándole la mano que me estaba ofreciendo a modo de trato- Ahora te puedes marchar.
Tiró de mí tan rápido que en menos de un batido de alas de colibrí, estaba pegada a él, con una mano agarrada a la suya, y otra sobre su hombro.
Leo bajó la cabeza a la altura de mis ojos y susurró con una voz súper sexy:
-Pero recuerda, que Pamela y yo no somos novios, así que cuando decidas acabar con esta farsa-sonrió- te besaré.
Nos quedamos mirando unos instantes mientras mi mente procesaba lo que acababa de decir. Lo juro, estuve a puntito de besarle, pero siempre fui muy orgullosa, por lo que sonreí y le dije:
-¿Qué te hace pensar que quiera besarte?-cuando iba a contestar, volví al ataque-Es más, ¿qué te hace pensar que voy a dejar a mi novio, por un tío que se aprovecha de una pobre necesitada?- Me acerqué tanto a él, que simplemente por mal equilibrio, nuestros labios se habrían chocado. Bajé aún más la voz y dije: -Desde luego, no pensarse bien-y dicho eso le empujé.
Leo trastabilló, pero enseguida se recuperó.
-La forma en que casi me besas en el banco, me dice eso-sonrió.
Eso me hizo recordar el último pensamiento que cobró vida antes de venir aquí.
-¿Qué te pasaba cuando saliste del despacho? ¿Te regañó? ¿Te castigó?-le pregunté. Al principio Leo me miró confundido, pero después miró al suelo, y esa mirada triste regresó a él.
-Nada, no me pasó nada.-avanzó hasta la ventana.
-¡Espera! ¿Te vas?-le pregunté. Sentí un vacío cuando asintió.
-Me echas, ¿recuerdas? ¿O ya has cambiado de opinión?-sonrió.
Yo me puse seria y le contesté.
-No me dejaste terminar la pregunta, idiota. ¿Te vas…sin decirme la verdad?-improvisé.
Le me miró y murmuró algo como “ojalá…”
-Porfi-le dije, y puse carita de perrito abandonado.
Leo rió.
-Bueno, si me lo pides así-dijo- Es que…-vaciló. Se pasó una mano por el pelo, nervioso, supongo.-Me arrepentí de llevarte a la escuela. Si te quedas, pueden pasar muchas cosas-me miró directamente a los ojos-Tuve miedo por ti, Tisiana. Siento haberte metido en esto-y se esfumó. Me quedé sola en mi habitación mirando por donde Leo se habías esfumado, pensando en cómo le iba a decir la noticia a Miguel, y cuánto le iba a doler.
Me levanté con la respuesta. Después de ducharme y cambiarme (me puse algo escotado por si cabía la posibilidad de que dijese que no) bajé a desayunar. Como siempre, llegaba tarde. Comí las sobras y algo de leche y salí pitando a buscar mis amigos.
Cómo desde hacía unos meses, Miguel no se alejaba de nosotros, asique lo encontré con Melisa y Jotapé.
-¿Te encuentras mejor, Tis?-preguntó Jotapé preocupado. Me dolió en el alma haberle mentido, sobre todo a él. Así que le abracé, y cuando atisbé a Miguel, solté un “sí” que era más un “sí, te encontré” pero así no le mentía a Jotapé, y éste se quedaba satisfecho.
-Jotapé, necesito tu ayuda-le dije. Me miró interrogativo, pero le dije que la semana que viene Leo nos había invitado a una cena con sus amigos (a lo cual sonrió con esa sonrisa tan dulce que tiene) y le había dicho, en un arrebato de ira, que yo tenía novio.
-Chica, tienes que controlar más esos arrebatos tuyos, algún día te va a costar caro-me advirtió.
-Lo sé. Pero necesito un novio. Ya-le apremié.
-¿No estarás pensando en mí, verdad?-me preguntó Jotapé- Soy gay, cari, no bi. No puedo hacer de tu novio.
-Lo sé-y le miré con una mirada significativa.
-A ver a quién encontramos.-suspiró-¿Por qué me miras así?-y entonces miró a Miguel y devuelta a mí-¡Aaaaaaaaah! Vaya, ¿estás segura? Se lo puede creer mucho y…
-Lo sé, pero tengo que llevar novio.
-Te ha pegado duro, ¿eh?-me medio sonrió Jotapé refiriéndose (obviamente) a Leo. Le quité importancia con una mano y dije:
-No, es que simplemente me saca de mis casillas, y le quería dar una lección.
-Manuel te saca todas las tardes de tus casillas con ese rollito de “soy guay y tengo a todas las tías a mis pies por ser rubio de ojos azules”-dijo Jotapé, haciendo burla. Aunque debo decir que es teñido, mientras yo-dijo tocándose el pelo de una manera verdaderamente gay- soy natural. Pero volviendo al grano –siguió -le mandas a tomar por culo. ¿Por qué no lo haces con él?
Se me quedó mirando con esos ojos castaños claros que rebosaban de bondad, y aunque ni yo sabía la respuesta, sabía que mirándolo por más tiempo, la sabría, pero no estaba segura de querer saberlo, porque suspiré, exasperada.
-¿Me ayudas o no, Jotapé?-el asintió vagamente.
-Pero no sé porque la quieres. ¡Lo tienes a tus pies! Sin ese escote te habría funcionado igual-dijo señalando mi pecho, haciéndome ruborizar. Enlazó su brazo con el mío, y me dijo:
-Pero sí, te acompaño hasta el fin del mundo si hace falta. Aunque luchemos contra monstruos mágicos malvados de dos cabezas-y rió por creer haber dicho una infantilada.
Mas yo, mientras caminábamos hacia Miguel, me sentí mal por dos cosas: por mentirle a Jotapé, y porque éste se estaba acercando demasiado a la realidad.
Cuando nos vio acercarnos, Miguel se levantó rápidamente.
-Hola chicos-saludó-¿qué os trae por aquí?
Jotapé y yo nos miramos. Comenzó Jotapé.
-¿Haces algo el sábado…?
-Viernes-corregí.
-¿…el viernes que viene?-Miguel negó con la cabeza, haciendo que su cabello castaño se despeinase. Cuando vio nuestras miradas de complicidad, e intuyó que le íbamos a invitar con nosotros, nos deslumbró con su magnífica y perfecta sonrisa.
-Pues resérvalo para nosotros-dije zafándome de Jotapé y acercándome a Miguel-Necesito que me hagas un favor, Migui-casi susurré.
-Lo que quieras-respondió rápidamente.
UN BESAZOOO (L)
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