15 de marzo de 2010

CAPITULO 38 (primera parte)

Holaaaa mis amooores!!! Bueno, pos aquí os traigo el deseado -espero- capítulo 38 o al menos la primera parte:P


Gracias por esperarme.

Os quiero ee!!




<
Cogió por el antebrazo a Leo.
-Me llevo al novio.
Y dicho esto, desapareció.>>
 
-Me llevo al novio… al novio… al novio.
 
LAS voces que parecían llamarme estaban lejanas… no las oía… no las prestaba atención. Sentía mi boca ligeramente abierta, y podía imaginar mi cara embobada con la mirada perdida en dirección al vacío. El vacío donde segundos antes había estado el Señor Oscuro y mi novio, que se lo llevó. Lo raptó. Por mi culpa. Leo salió en lugar de yo, y ahora el Señor Oscuro, que me quería a mí se lo llevo. Todo por mi culpa. Pero entonces, ¿por qué antes de salir me había pedido perdón? Era yo quien tenía que pedirle perdón la próxima vez que lo viese… porque lo iba a hacer. El Señor Oscuro no le iba a hacer nada, ¿verdad? Porque sino… yo… yo…

-No… no… -sentía las lágrimas chorrear por mis mejillas y me tapé la cara con las dos manos. Fue cuando sentí que unas manos me estaban tocando. Cuatro, creo.

-Tisiana… Tisiana, hija por Dios, reacciona -me decía una voz de mujer- Levanta, Tisiana.
Entreabrí un poco la mano y entre el hueco de dos dedos pude ver los ojos violetas de mi madre y los ojos negros de Iara, ambos con un matiz de preocupación que trataban de ocultar.

Volví a cerrar los ojos. Inspiré. Tenía que pensar con claridad para poder salvar a Leo. Sí, tenía que hacerlo. Tenía que aplacar y guardar en un rincón mi ansiedad y preocupación.

Abrí los ojos y aparté las manos de mi cara. Había caído de rodillas sin que me diese cuenta. Por los codos, las cuatro manos sostenían mi codo ayudándome a levantarme.

Inspiré profundamente y volteé mi cara hacia la de mi madre.

-Bien, ahora hay que encontrar a Leo. 

La reina posó una mano en mi hombro.

-Sé paciente, Tisiana. Y también lógica. No le vas a encontrar a encontrar al menos que él quiera ser encontrado.

La miré, asustada.

-Pero…

-Pero él dijo que te avisaría en tus sueños -interrumpió la reina. Alcé la vista, de repente, con una idea en la cabeza.

-En mis sueños… ¡claro!

La reina miró alrededor suyo, apoyando su mirada en la de Antón, que estaba a un lado sobre unos escombros, junto 

a una persona que estaba tendida probablemente inconsciente tras la explosión.

-¿Has soñado con él, Tisiana? -preguntó Iara, quitándole, posiblemente, la pregunta de la boca a la reina.

-Sí… bueno no exactamente. El Señor Oscuro se presentó en mis sueños…

-¿Y qué te dijo? -preguntó Antón que se había acercado, con urgencia.

Meneé la cabeza.

-No me acuerdo.

Antón se acercó más a mí y me repitió:

-Inténtalo, vamos, ¿qué te dijo? -insistió.

Cerré los ojos, estresada… y entonces:

-Me decía que yo ya sabía quién era- dije recordando aquella voz grave y poderosa y también… familiar- Me preguntaba si me acordaba de él, y yo le decía que no… -fruncí el ceño. “Veo que te han protegido bien” había dicho la voz. “¿De quién?” pregunté yo, “De mí”- que me habían estado protegiendo de él, porque él me quería para gobernar…

-El mundo mágico y mortal -terminó Antón por mí, asintiendo- Suena mucho al Señor Oscuro -le miré, interrogante- Llevamos años con un grupo terrorista que jura serle fiel al Señor Oscuro… -sonrió- nuestro mundo no es tan distinto al mortal como ve, alteza.

Le sonreí de vuelta. Aún cuando sentí un escalofrío al ver salir la palabra “alteza” de los labios de Antón.

-Pero sinceramente, creo que tenemos problemas peores -dijo la reina.

Seguí su mirada hacia la puerta, donde llegaba el príncipe echando humos.

-¡¿Qué ha pasado aquí?! ¡Madre! -gritó aliviado al ver a la reina… nuestra madre. Caminó, y terminó corriendo hasta abrazarla- Dios, al escuchar el estruendo… yo pensé -se separó de ella y posó su mirada hacia mí. Todos nos quedamos en silencio mientras él abría mucho los ojos, y los volvía a estrechar. Muy lentamente, volvió la cabeza hacia su madre, sin dejar de verme a mí- Así que los rumores son ciertos… tengo una hermanita.

Me erguí.

-Aquí el hermanito eres tú -dijo la reina, sonriendo nerviosamente- ella es mayor que tú. Unos diez meses.

Pasaron dos forzosos latidos de corazón antes de que Richard sonriese abiertamente y me abrazase.

-Bienvenida, entonces hermana -dijo a mi oído. Podía ver a Iara que me decía que le abrazase también.

Sonreí, feliz, y también emocionada porque mi hermano me aceptase. Entonces se separó y vio alrededor nuestra.

-¿Y ahora qué? -dijo, subiendo los brazos.

Iba a responder cuando algo en mi subconciencia se desconectó. Antes de caer al suelo, pude decir algo así como:

-Otra vez no.



Mañana o pasado el resto(:  ¡No os vayáis sin comentar ee!

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