7 de febrero de 2010

CAPITULO 36 (segunda parte)

  

LA reina estaba sentada junto a la cama de Yakira, la pequeña y hermosa hermana menor de Leonardo Royal, aquel chico tan apuesto que había pasado la Semana Real él solo por complicaciones. Como le estaba pasando a su hermana. Sonrió.
Era sólo eso. Quedarse sentada al lado del niño, hablándole si despierta pero siempre tranquila y con aurea de amor. Por eso solía ser la reina quien estaba con los niños en la Semana Real.
Alzó asustada la cabeza cuando se abrió de un golpe la puerta, y ruidosamente entró Richard, su hijo.
“¡Estoy harto de este sitio! Ni siquiera sé que hago aquí.” Dijo. La reina suspiró.
“Ya sabes el por qué” solamente dijo.
“Papá no anda con críos, velando por ellos. Mi mujer ya lo hará”
La reina se envaró.
“No tiene por qué ser la reina. Además, quién sabe, puede que seas rey y no te hayas casado”
Richard iba a replicar, pero la reina le mandó callar con una mirada. Enseguida el chico se calló. Amaba a su hijo con toda su alma, pero a veces le daban miedo sus ansias de poder.
“Madre, me ha parecido ver algo raro en el baile de hoy” La reina esperó por la respuesta. “Una chica tropezó conmigo, -la reina reprimió un bufido. Obvio que su hijo no tropezó con ella- y cuando la miré… sus ojos eran violetas” la voz del príncipe tembló. La reina se puso tensa.
“¿Violetas?” dijo la madre.
“Sí” respondió el hijo.
“Bueno, eso es imposible, seguramente eran lentillas” dijo la reina. Luego mandó a su hijo salir de la habitación, tranquilizándole. Pero ella se quedó allí terriblemente nerviosa y tensa con millones de preguntas en su cabeza, pero que empezaban con “¿Y si…?”

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Se sentía terriblemente culpable. Por su angustia, la energía que captó Yakira era maligna y empeoró. Los pelos de sus brazos y nuca se le erizaron anunciando algo malo. Roi, un guardia Elemental gritó y la cubrió con su cuerpo de alguna magia maligna. Se escuchó una explosión, y sentía como el avión descendía rápidamente… entonces todo se puso negro.

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“No sabes cuánto lo siento, Leonardo. De alguna manera ha sido culpa mía” decía la reina “Últimamente he estado enferma, y eso la afectó seguro” Mintió “Y luego con el ataque…todo era veneno. Lo siento” Repitió.
“No ha sido para nada su culpa, alteza” dijo Leo “Tan sólo un acci…” se abrió la puerta de golpe, y tres chicos entraron por ella. La reina miró a Yakira, preocupada.
“¿Leo?” Escuchó decir a una voz dulce y jovial. Algo en su estómago se revolvió.
“¿Tisiana?” Había dicho Leo. ¿Tisiana? ¿No había sido ese el nombre…?
Alzó la cabeza y miró a tres chicos que desde luego no eran de allí. Una pelirroja, una morena y un hado. Se fijó en la que se estaba acercando inconscientemente a Leo y cuando reparó en ella, se quedó helada. Sus ojos eran los mismos que los de ella. Unos ojos violetas le devolvían la mirada atónita. Claudia abrió la boca.
Entonces entró su hijo, y le miró.  
Mierda, pensó. Las cosas solo empeoraban.

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Los temblores seguían, y los guardias la protegían, pero la reina quería gritar e ir a abrazar a su hija. Porque estaba segura de que era su hija.
Desde luego no se esperaba que su hijo fuese tan maleducado.
“Tú” dijo señalando a Tisiana “Tú has provocado todo esto. Eres descendiente del Señor Oscuro, por eso el color de tus ojos.”
Horrorizada la reina miró a su hijo.
“Con todo el respeto del mundo, alteza” dijo la aludida “¿Me está echando la culpa de un terremoto?”
“¿Terremoto?” Dijo su hijo con un tono de burla “¿Terremoto? Pero vamos a ver, ¿eres idiota, o qué?” escupió.
“¡Richard!” interrumpió la reina. No quería que Tisiana pensase mal “Por los Dioses, hijo, ¿qué modos son esos?” Estaba totalmente indignada, y se giró para contestar a Tisiana, aunque no fue capaz de mirarla a los ojos “Perdone a mi hijo, Srta. Severino, tan solo tiene quince años, y a esa edad todo el mundo se cree el rey del mundo…” miró desafiante a su hijo “aunque sea tan sólo el heredero”
Entonces llegó un joven gritando que el techo se desprendía, y la pelirroja salió corriendo. Sin dudarlo, la hija de la reina salió tras ella.
Cuando llegaron, la chica gritaba palabras a… ¿su hermano? ¿Tenía Roi hermanos? A través de una enorme parte del techo desprendido.
“¿Es su hermano?” preguntó la reina. Sin voltearse, Tisiana asintió y anunció que deberíamos ayudar a su amiga, que se llamaba Iara. Orgullosa de ella, la reina utilizó sus cuatro elementos, pero se quedó congelada cuando vi que Tisiana hacía el mismo hechizo que ella iba a comenzar.
Ella era su hija.
Antes de que nadie se diese cuenta, alzó las manos, y dejó fluir el poder.

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Estaba quieta, asustada. Percibía la magia negra pero no sabía dónde… entonces se fijó en la mirada de Tisiana, que caía en una rendija que fácilmente atravesaría la pared, a los Green… y para finalizar en ella. La reina iba a actuar, pero alguien se le adelantó.
Tisiana la empujó, y antes de incluso pensar algo malo, se fijó que sólo la había quitado del camino de la magia negra. Sonrió, pero se quedó congelada.
Tisiana estaba corriendo hacia la habitación, gritando el nombre de su amiga. Leonardo alargó la mano gritando el nombre de su novia y el otro chico lo agarró impidiendo que Leonardo siguiese caminando.
Y entonces la brecha de la pared terminó de abrirse. Tisiana, frente a los hermanos asustados, abrió los brazos en cruz y el rayo negro le golpeó. La reina gritó, pero cuando sus ojos se acostumbraron, pudieron ver el campo creado por Tisiana, un hermoso campo de fuerza color amarillo, pero por encima, más gordo aún, estaba uno de color violeta. El campo de fuerza Real. Aquel que se activaba cuando alguien de sangre real se veía en peligro. Un campo de fuerza inquebrantable.
Cuantos más segundos pasaban, el campo amarillo más se debilitaba, a la espalda de la reina escuchó la voz de alguien decir:
“Tiene dos campos”
“Pero es imposible… eso solo lo tienen los de sangre real”
“Tisiana es de la realeza” reconoció la voz de Leonardo.
Y entonces, Tisana gritó. Seguramente, al no saber de su segundo campo, estaba sacando magia de su interior, lo que significaba energía. Su campo amarillo era muy brillante, estaba fuerte, pero cada vez era más fino.
Aunque la reina sabía que nada le pasaría, un instinto le hizo correr y ponerse en medio de su hija y la fuerza malvada.
Sintió a Tisiana ceder, y por el rabillo del ojo vio a Iara coger a Tisiana en brazos.

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En el coche de vuelta a casa, la reina se había ocupado de los testigos, y estaba sentada al lado de Tisiana, quien estaba sobre Leonardo, que la miraba angustiado.
Leo le parecía muy especial. En su estancia en palacio, le había parecido divino y educado. Ahora que miraba al novio de su hija, le parecía perfecto. Aquella mirada rebosante de amor, que afirmaba que estaría dispuesto a dar su vida por ella, las manos que la acariciaban suavemente y sus labios que le susurraban al oído tan románticamente.
La reina miró por la ventana. Desde luego, podía ser bueno rey junto a su hija.

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Dejaron a Tisiana en una camilla en la enfermería. Cuando todos se fueron dejando reposar a Tisiana, la reina entró.
Miró a su hija buscando parecidos. Sonrió. Tenía la nariz de ella, igual de respingona, los labios de su marido al igual que la frente. Su pelo, sedoso y ondulado, era del mismo color que el de Richard pero de la misma forma que ella.
Su blanca piel, suave como la suya. Sus finas manos como las suyas… pero era infinitamente más hermosa.
Se acercó más a ella, y temblorosa, le acarició su cara. Tisiana respondió al gesto reposando su mejilla sobre la mano de la reina, facilitándole más sitio.
“Mi pequeña…. Por fin juntas. No sabes cuánto he esperado este momento” Dijo. De repente, Tisiana se removió, comenzándose a despertar.
La reina asustada, retiró la mano y la muchacha gimió angustiada. No pudo evitar sentirse eufórica. Su hija extrañaba su mano. La mano que tanto tiempo atrás había acariciado igualmente.
Tisiana movió la cabeza, y la reina lanzó un hechizo para que se volviese a dormir.

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La reina volvía hacia la habitación de Tisiana. Le habían dicho que se había despertado, pero al parecer se le habían adelantado.
“Bueno, yo me alegro de verte” dijo la voz de Tisiana. Aunque sonaba cansada, ya estaba despierta. La reina se paró en la puerta para no interrumpir. Iba a dar media vuelta cuando escuchó la respuesta.
“¿Y crees que yo no? Es un alivio tenerte cerca de mí, aunque sigo pensando que es todo un peligro. Me gusta tenerte cerca de mí. Desde la primera vez que te vi a los ojos” Intrigada la reina se quedó.
Un poco más, se dijo.
“¿Enserio?” dijo Tisiana. La reina aguzó el oído.
“Bueno, en realidad no. Creo que fue en el coche, cuando te pusiste a hiperventilar porque te pedía que comieses conmigo.” Se le escapó una risita silenciosa.
Jóvenes de hoy en día, pensó. Se estaba perdiendo conversación. Pegó el oído al marco.
“Eres especial, Tis.”
Caray sí lo es, pensó de vuelta la reina.
“A mí me gustaste cuando la primera vez que me llevaste al internado, volvimos, y en mi habitación te confesé… o mentí más bien, que tenía novio. Me encantó la forma en que te ponías celoso.” Ya había escuchado bastante. Ya la visitaría luego. Así que la reina se marchó.

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Los gritos le hicieron dar la vuelta. Cuando estaba llegando, su hijo venía en cabeza, con la cara roja llena de furia. Atrás, un hombre llevaba en brazos a Tisiana que miraba al techo.
Horrorizada, la reina se arrimó a su hijo.
“¡Richard! Por favor, hijo, acaba de despertarse, ¿cómo le vas a sacar del hospital así?” dijo. El príncipe siguió andando, dejando atrás a la reina. “¡Richard!”

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La reina llegó a tiempo para ver como Tisiana caía desplomada. Se llevó las manos al pecho y entró como un rayo.
Le midió el pulso y le tocó su cara, después le lanzó una mirada venenosa a su hijo. “Lárgate”
“Sáquenla de aquí” Ordenó.
“Alteza, su majestad” se escuchó una voz. El Sr. Muñoz se dejó ver “Creo que deberíamos dejar a la chica aquí. Por su bien” clavó la mirada en la de la reina “y por el nuestro”.
La reina asintió. “Que limpien esto” y lo que dijo, fue ley.
Minutos más tarde Tisiana estaba sobre una camilla, y la reina estaba sentada a su lado. Ya se iba cuando comenzó a delirar.
Corrió junto a ella, y le tocó la frente. Estaba ardiendo. “No… no sé quién eres” susurró Tisiana.”¿Quién es quién?”Dijo el Sr. Muñoz. “No lo sé, pero ahora no me importa. Tiene fiebre, ve a por algo” Entonces cuando el vampiro Muñoz iba a dejar la habitación, Tisiana comenzó a convulsionarse. La reina se angustió, pero también se dio cuenta de que no podía hacer nada. Claudia ni cuenta se dio de que el vampiro en dos segundos estaba de vuelta, y la vio acariciar a su hija, con el más tierno amor y cariño. En la puerta, el vampiro sonrió y entró.

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La reina volvía a escuchar en secreto. No podía evitarlo, quería conocer a su hija mejor. Y saber si su amor era bueno y fuerte.
“Creo que no estamos en igual condición” Allí fue cuando llegó. No quería imaginarse lo que pasaba allí dentro.
La reina se dejó caer en la pared e iba a dar media vuelta cuando…
“¿Leo?”
“¿Princesa?”
La reina se alejó unos pasos en silencio.
“Tisiana, ¿estás bien?”
“Shhh” dijo Tisiana “Alguien viene”
“¡Mierda!” exclamó Leo.
La reina comenzó a caminar fuerte para que sus pasos se escuchasen, y sonrió con picardía. Tardó más segundos de lo necesario.
La reina cruzó la puerta en el momento que su hija se ponía la camiseta.
“¿Debería volver luego?” Las mejillas de su hija se pusieron del rojo más tomate.
“En absoluto, majestad” dijo Tisiana negando con la cabeza.
Disfrutó del momento, Leo despeinado poniéndose los zapatos preparándose para marcharse, y también con la respiración acelerada. La reina ahogó una sonrisa al ver a la joven pareja.
“¿Seguro?” dijo inevitablemente con un matiz burlón.
“Sí” respondió Leo.
La reina asintió, y vio marcharse a Leo, pero tras segundos de su ida, no podía ver a la chica.
¿La creería? ¿La aborrecería? ¿Cómo se tomaría que la reina era su madre? ¿De qué era princesa? ¿De qué era heredera del reino de Europa, líder de los Cinco? ¿Qué tenía el peso encima de tres profecías?
No sabía cómo, pero la reina suspiró y se giró para mirar a Tisiana. A la heredera, su hija.




UOOOO, espero que os haya gustado. COMENTADME, PORFAAA (:

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