10 de noviembre de 2009

CAPITULO 11 (segunda parte)

 YA TA! COMPLETIITO (: besos y disfrutaaaaaaaaaad :)


ÉSTA vez ahogué un pequeño gritito.

 -Y volviendo a lo de antes-continuó Romero- los amigos de Leo, así como cualquier criatura mágica que te vea y, bueno, parezca asustada, es porque si esos ojos significan lo que pueden significar, sólo hay dos alternativas para el futuro; aparte de que puedes ser hija bastarda haciendo hechizos (pero de lo que yo mismo puedo ser testigo de que no), te convertirías en princesa y habría guerra, ya que los otros reyes reclamarían el hecho de que la reina tenga dos hijos, mientras que la ley marca firmemente que solo se puede tener un hijo. Y luego el hecho de que ¿porqué te dejó? ¿Tienes algún problema, alguna marca del Señor Oscuro?

 Después de esa posibilidad, está la que todos tememos: que el linaje del primer Señor Oscuro (Leonardo VIII) todavía exista y que ahora venga a reclamar ese puesto en el altar que siempre quiso. Y aunque nunca lo admitirán, todos creen que el regreso del Señor Oscuro será en cualquier momento.

 Nos quedamos un momento reflexionando sobre todo lo que había dicho. Romero se levantó de la silla y se acercó a la mía. Allí se arrodilló y en voz baja me dijo.

 -Por eso, Tisiana, te pido, te ruego-dijo con voz apremiante-que te quedes a estudiar en este internado. Para averiguar la verdad, para controlarte y protegerte. Porque aunque tú no lo quieras o no lo sepas desde el momento en que naciste y los ojos se te tornaron violetas, ha caído una gran responsabilidad encima de ti.

Yo ya estaba negando con la cabeza.

 -Siento contestarle que no, señor Romero. No puedo tomar esa responsabilidad tan inmensa, ni dejar mi mundo atrás.

 -Éste es tu mundo, Tisiana.

 -No, no lo es…

 -Leo me dijo que has hecho magia-interrumpió-con eso llega para entrar en el mío, que ahora es nuestro.

 Yo me quedé en silencio ante esa verdad, e intentando buscar escusas.

 -Mis amigos…

 -Los verás cuando quieras, haremos una excepción contigo.-parecía desesperado.

 -¿Y mis profesores? ¿Mi lugar para vivir? ¿Mis estudios?

 -Bueno, esto es un internado, tendrás una habitación. Aunque el internado sea mágico, también se estudia clases mundanas, ya que la mayoría de los niños trabajarán, se casarán, se juntarán con los humanos. Tienen que aprender su vida para no llamar la atención también. Irás algo adelantada, pero eso siempre te da un respiro-sonrió- En cuanto a lo de tus profesores, diremos que somos un colegio importante al que no le podrán decir que no, y en el caso de que lo hagan, cambiarán de opinión por arte de magia-las últimas palabras las había dicho con una sonrisa de oreja a oreja, y me guiñó el ojo, como si fuese mi cómplice.

 Yo me lo quedé mirando, y lego bajé la mirada a las manos. Romero se levantó y yo también. Abriendo la puerta me dijo:

 -Piénselo, por favor, señorita Severino. Ya me comunicará su respuesta.

 -¿Cómo lo hago?-le dije.

 -Se lo dirá a Leo.

 -¿Y si no lo encuentro?

 -Bueno-dijo Romero, sonriendo- en ese caso piense el internado y en mi despacho, eso sí, sin pensar nada malo, y se tele transportará hacia mí. En cualquier caso, si estoy ocupado, enseguida le atenderé.

 -Pues eso, ya lo pensaré. Si me disculpa…-y salí del despacho.

 Como había pensado, Leo no estaba, así que saqué el pelo de él, que milagrosamente no se había perdido, y lo agarré con fuerza. Me sentí automáticamente estúpida. ¿Qué estaba haciendo? Bueno, estaba buscando a Leo, y como él ya me había dicho, sino estaba en el banco, que le buscase mediante el pelito, así que Tisiana, respira y concéntrate.

 En realidad fue fácil. Llené mi mente con la imagen de Leo, sus ojos, sus voz, su boca, su pelo, sus brazos…

 …que me estaban recogiendo.

 -Guau-dije-esto es muy guaaaay, pero realmente marea. 

 Leo me ayudó a incorporarme y sonrió.

 -Ya, supongo que debí decirte que sólo debes pensar en el nombre de la persona y su imagen, porque si lo sientes mucho, puedes llegar a caer encima de él o ella.

 -¿Yo…?

 -Casi-dijo.

Se escuchó una tos atrás de mí. Me di la vuelta y me encontré con una Leo en miniatura.

 -Tisiana, te presento a mi hermana pequeña; Yakira.

Yakira, de unos ocho años, cabello negro como el de Leo, ojos azules como los de Leo…menos la nariz, que la tenía respingona (como yo) en vez de recta como la de Leo.

 -Hola-dije, tendiéndole una mano-soy Tisiana.

Yakira asintió, miró a Leo por última vez y se fue corriendo. Me giré a ver a Leo.

 -Es algo tímida. Sólo habla conmigo y con mis padres, aparte claro, que con algunas de sus amigas.

 -¿Cuántos años tiene?

 -Nueve-dijo-todavía es pequeña, pero ella asegura que su elemento es el agua, como yo-dijo sonriendo orgulloso, mirando por dónde Yakira se había ido. Esa imagen de Leo ejerciendo de hermano mayor, bueno, me fascinó. Se veía dulce.

 -¿Te llevo de vuelta?-me preguntó, sacándome de mi ensoñación.

 -Claro, ¿qué hora es allá?

 -Las diez. Tus amigos creen que te sientes mal, y por eso te fuiste a dormir tan temprano.

 -¿Sólo las diez? ¿Y qué hago mientras?-dije.

 -Bueno-dijo Leo tocándose el pelo, algo cortado- te puedo hacer compañía.

Yo sonreí y mi corazón comenzó a ir a mil por hora.

 -Claro-dije intentando que la voz me sonase fuerte y confiada.

Me tendió las manos, se las dí y me acercó a él.

 -Cierra los ojos Tisiana-me susurró en el oído.

Antes de que todo se volviese oscuro, un último pensamiento cruzó por mi mente.

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