30 de noviembre de 2009

CAPITULO 20

YUUJUU!! he aquí, mis primeros veinte capítulos. Qué feliz sooy !! 

  
  Gracias a toodos de verdad :D
  A ver si cuelgo mañana el 21 (: 

Un gracias extra a los blogs amigos que me dan taaaantos premios :D

Bueno, A DISFRUTTAAR(: y comentad qué tal :D


TODO era muy raro.  Una señora cargaba conmigo. Me cubrió con un paño, y después me entregó a los brazos de otra mujer, creo. Solo que ésta estaba sudorosa y jadeaba, pero cuando lentamente abrí los ojos, sonreía triunfalmente. Me canturreó una nana y cerré mis ojos.

  Desperté cuando oí aquel extraño y doloroso sonido que provenía de la boca de aquella hermosa mujer de pelo oscuro. No sé por qué, no tenía ganas, pero su sufrimiento me lo transmitió, y me eché a llorar.

  Me separaron de ella, y lloré más fuerte. “No llores, hermosa, no llores” me decía cuando me volvieron a posar en sus brazos ahora recubiertos con una bata.

  Nos movimos, y otra persona, un señor algo mayor que la mujer de cabello oscuro, comenzó a hablar con una voz grave, acompasada… y me dormí.

 Abrí los ojos, me separaban de la mujer, no lloré, observé. Me pusieron en una cuna, se acercó la mujer moqueando y acariciándome, me decía algo, pero el mundo se comenzaba a mover. “¡No te entiendo!” le quería decir, pero solo me salió una burbujita, lo que hizo reir a la mujer.

 Se acercó a mí y me dio un beso. Miró para atrás –alguien la llamaba. Asintió, me observó detalladamente por última vez y desapareció.

 El mundo cada vez daba más y más vueltas. Me mareaba. Lloré. Lloré.        

 Quería vomitar, me mareaba demasiado. Como cuando vas en una montaña rusa que se estropea y no para de dar y dar vueltas, era horrible. Así que…

 

 Grité. Me senté en la cama con sudor en la frente y jadeando fuertemente. Volví a soñar con aquella mujer,  solo que esta vez, había más personas, y la veía más grande. Pero seguía queriéndome decir algo. Y nunca la entendía, no podía.

  Cubrí mi cara con las manos y gemí. Leo se removió a mi lado. Su mano tocó mi espalda, acariciándola suavemente.

  -¿Tis? ¿Estás bien? –preguntó preocupado. Se sentó, también.

  -Si, es sólo que tuve una pesadilla.

  -Mmm. ¿No habrá sido de monstruos no? –sonrió en la oscuridad.

  -No, esta vez no soñé contigo –dije, y me levanté. Leo rió y se volvió a recostar, posando los brazos en la cabecera.

  Entré al baño. Mi reflejo se veía pálido y cansado. Me eché agua y me froté los ojos, entonces, la barriga me sonó.

  -Arg, me muero de hambre. Voy a por algo de comer, -auncié- ¿quieres algo?

  -Muchas cosas –dijo Leo con voz gutural.

  -Ya, bueno, a ver qué te traigo.

  Bajé las escaleras corriendo, fui a la cocina, y allí abrí la nevera, cogí dos latas de coca-cola y una bolsa de doritos y patatas. Me comí por el camino un trozo de queso que había cogido.

 Con cuidado de no hacer ruido al abrir la puerta, entré en mi habitación. Leo se levantó y se sentó a mi lado, cogió una lata de coca-cola, la abrió y comenzó a beber.

 Mientras, pensé en aquella mujer. La conocía, sabía que sí. ¿Podría ser un recuerdo de mi madre que comenzaba a florecer? Me agité ante aquella posibilidad.

 Después de zamparnos las dos bolsas y las coca-colas, le conté mi sueño a Leo. Éste se quedó con el ceño fruncido ante la posibilidad que le dije.

 -Bien, eso es bueno, si de verdad es tu madre, o alguien de tu vida pasada, significa que poco a poco tu subsconciencia va recordando datos y te los da en tus sueños, donde tu mente es más vulnerable –bostezó.

 -¿Qué hora es? –le dije, bostezando también.

 -Aún quedan dos horas justas –consultó su reloj.

Así que limpié lo que pude las miguitas, me acosté junto a él, y como antes, su mano cubrió mi cintura haciendo que descargas eléctricas recorriesen mi cuerpo.

***

  A la mañana siguiente, cuando sonó el despertador, tuve una buena razón para quedarme en la cama cinco minutos más, si es que no sé cómo, pero acabé durmiendo en el pecho de Leo,  y la verdad, se estaba muy cómoda allí. La mano de Leo descansaba en mi espalda.

  Pero cuando vlvió a sonar, me levanté a duras penas. Leo abrió un ojo, bufó y se volvió a dormir. Me cambié en el baño, me peiné unas siete veces y cuando me revisé por cuarta vez, salí.

  -¿Tú no tienes colegio? –le dije.

  -Sí, pero no empiezo a las siete como tú, pringada. Sino a las nueve menos cuarto.

  Puse los ojos en blanco y cogí la mochila que estaba al lado del sitio donde dormí. Cuando me agaché para recogerla, Leo dijo:

  -Gracias por dejarme dormir aquí, Tis.

Me puse colorada, y sólo cuando estaba en la puerta, le contesté.

  -Cuando quieras, Leo. Para eso están los amigos, ¿no?

 Bajé a desayunar, donde Jotapé  me esperaba junto a Melisa. Comimos entre risas, pero incómodas, ya que sólo que daban tres días.

 Al terminar, nos separamos para ir a buscar nuestras cosas y dirigirnos al colegio.

  -Si sigues así de lenta llegarás tarde –canturreó Leo mientras me lavaba los dientes.

  -Oh, cállate –le dije.

Pero me moví más rápido. Cuando ya terminé, miré a Leo.

  -¿No te vas a ir? –le dje.

 -Claro que sí, en cuanto cruces la puerta. Pero antes –dijo, cuando abría la puerta- te voy a recoger al colegio, ¿vale?

Asentí, y cerré la puerta. Conté hasta cinco y la abrí. Leo se había esfumado. Sonreí.

       ***

 Creo que este fue el lunes más aburrido de la historia, y no solo porque empezaba con esa clase. La directora ya se había encargado de decirle a todos mis profesores que me iba el jueves, y aunque, bueno, no era la meejor estudiante, pero gracias a Dios, tampoco la peor. En fin, se despedían los  profesores con un “suerte”, “vuelve pronto” o cosas así.

  Después de clase, fui la primera en salir pero Jotapé me tapó la salida.

  -Déjame que te acompañe.

  -Claro.

Comenzamos a caminar juntos, pero en silencio, entonces Jotapé suspiró y empezó.

  -Bueno, no sé, yo… quería decirtelo ahora para que reaccionases.

Se puso frente a mí.

  -Está bien.

 Me cogió por la barbila y clavó sus ojos en mí.

  -Te quiero Tisiana, te quiero como no lo he hecho con cualquier otra chica.

Sonreí. Eso era imposible pero problable, ya que era gay, pero…

  -Jotapé, sabes que quisiste más a…

 -Mi madre falleció cuando tenía diez y la recuerdo –asintió- cierto. Pero contigo… no sé, ella se fue, no estuvo conmigo cuando más la necesitaba. En cambio tú siempre estuviste aquí, a mi madre la quiero, pero a ti te quiero cada día más, ¿sabes? Ya te he dicho antes que siempre te quise más que Melisa, que la quiero eh, no pienses mal –sonrió- pero ella es tan -gesticuló con las manos- y no sé, no me comprende como tú.

  Me abrazó, pero como bien había dicho, no reaccioné.

  Cuando estaba en el coche con Leo, fue cuando pensé en lo que me había dicho Jotapé, y lo emotivo que había sido.

 Aparcamos en el mismo sitio que ayer, y cuando nos metimos en e bosque, no se acercó a mí, sino que se alejó, y cerró los ojos.

 -Empecemos con fuego.

Alzó su mano, donde había una bola de fuego.

 -¡No lo pienses, actúa! ¡Déjate llevar por la magia! –y me lanzó la bola.

Grtié y me aparté.

 -¿Pero a ti que te pasa?

 -Vamos Tisiana, déjate llevar, vamos, ¡tú puedes!- y me volvió a lanzar la bola.

 Pero esta vez  no me aparté. Con un grito abrí las manos, no lo pensé, sólo dejé que una imagen del fuego inundase mi cuerpo. El calor recorrió cada fibra de mi ser, y cuando la bola de fuego de Leo, iba a impactar contra mí, de mis manos salió otra bola.

  El fuego se fusionó, no sé cómo hice ni por qué, pero sabía que se trabtaba de destruír a la otra bola, por lo que comencé a mover las manos, pero no pasaba nada.

  Leo movió un poco su mano, y mi bola de fuego estalló, lancándome por los aires.

  -Mañana será –me dijo cuando se acercó a mí.

  El martes, con el agua sucedió exactamente lo mismo. Así que cuando el miércoles aparcamos en la orilla de siempre, y en medio del bosque Leo se paró, yo tenía en mente ganarle. Y por primera vez, empecé yo.

  De mis manos abiertas salió una ráfaga de fuego que casi impacta en Leo, pero éste con otra, logró apartarla de él, pero dos árboles se incendiaron.

 Comenzamos a pelear como los dos últimos días y como los dos últimos días, Leo comenzó a ganar ventaja.

  Rechiné los dientes e impulsé más fuerte el fuego, movía las manos, para que la línea gruesa de fuego, intentase chocar contra Leo (pero claro, me había enseñado a no darle calor con un extraño hechizo que no me molesté en memorizar).

  Podía ver a Leo, con una mano (yo tenía dos) y sin una maldita gotita de sudor en la frente, mientras la mía estaba perlada de sudor. Así que me pareció de lo más normal controlar con la mano izquierda la bola de fuego, y en la derecha crear otra de agua y fusionar los dos elementos creando un hermoso color violeta.

 Leo abrió mucho los ojos, pero enseguida sonrió, y de una de sus manos salió un chorro enorme azul, que se fusionó con el rojo, haciendo un violeta tirando al azul.

  Maldecí por lo bajo, su afinidad era el agua. Pero no podía hacer magia con el pie, y menos en estas circunstancias.

  Pero mi cuerpo reaccionó a mi mente.

  Dentro de mí, sentí despertar algo nuevo, y antes de que me diese cuenta, de mis manos, sentí como se juntaba con el fuego el poder de a naturaleza, y con el agua, en la misma danza, el viento.

  Leo, sorprendido, sólo aguantó unos pocos segundos. Su cuerpo voló por los aires y se estrelló contra un árbol. Fue fácil parar, simplemente, paré, no sé, ya no quise más magia, así que cerré las manos y me sacudí de pies a cabeza.

  Tenía la impresión de que parecía idiota con la sonrisa que se había formado en mis labios, pero era que no podía parar de sonreír, me sentía nueva, regenerada. Me sentía bien. Me sentía completa.

  -Pero bueno, ¿qué te ha pasado? No te preocupes –le dije mientras me acercaba, aún con la sonrisa de tonta en la cara- mañana será.

  Y disfruté con su derrota. Si es que me llevaba machacando los últimos dos días, con agua, fuego y tierra, y por una vez que le gano, y creo una esencia de poder con los cuatro elementos sin que él me enseñase ¿quién no disfrutaría devovlviéndome las palabras que me lleva diciendo?

  Leo, poco a poco se levantó, jadeando y mirándose el brazo que estaba en un ángulo extraño.

  -¡Ay mi madre! –le dije.

  -Joder, me lo has roto –sonrió cansado- pero lo has hecho bien Tis, me has ganado –silencio- sólo que…

  -¿Sólo que qué? –le incité a continuar.

  -Eso de fusionar los cuatro elementos, con tan solo las dos manos, sin que yo te lo enseñase, y manejarlos con tanto control –se miró el brazo que se estaba hinchando- y tanta fuerza, eso es de grandes magos y…

  Se calló y me miró, pero ya sabía lo que vendría a continuación, así que terminé por él.

  -De la realeza –susurré.



UOOO!!!! vamos a ver, ¿os dejo un adelanto? Veamos...

     ...el siguiente capítulo de esta emocionante historia...: (jajajaja)

 Me estaba mirando con esa sonrisa pícara tan suya, que hacía que mi corazón latiese a mil por hora. Sabía que estábamos en un sitio público, y hasta me sorprendí cuando escuché mi voz decir:                                                               -Ya no aguanto más, me da igual lo que te haya dicho antes, porque yo también te quiero -así que tiré de su camisa, y con furia, posé mis labios en los suyos ignorando su gemido de dolor...

 

GUAUU!! jajajaja bueno, ¿a quién besará? ¿dónde? ¿qué pasó después? Ö Averígualo en el próximo capítulo (;

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